Tïtulo original: The Cannonball Run
Año: 1981
Director: Hal Needham
Guión: Brock Yates
Con: Burt Reynolds, Roger Moore, Farrah Fawcett, Dom DeLuise, Jack Elam, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Adrienne Barbeau, George Furth, Bert Convy, Jackie Chan, Jamie Farr, Peter Fonda, Bianca Jagger, Tara Buckman.
Duración: 95 min.
Grado: 4/10
Reseña: Hugo C
188. Hoy me toca reseñar una de mis películas favoritas, aunque eso sí, basta con que diga que no es por su calidad precisamente.
En el papel, The Cannonball Run (1981) suena como algo imperdible: una carrera ilegal que cruza los Estados Unidos, los persigue la policía y… sí, es como Fast & Furious con 20 años de anticipación, pero con humor, y chicas bonitas, y ninguno de los corredores es pelado.
En el papel. Pero en la práctica, algo patina, ya sea el guión, la ejecución de las escenas de riesgo, o las actuaciones. O el hecho de que Dean Martin esté más borracho que una cuba en cada una de sus escenas. The Cannonball Run es una película filmada por un grupo de amigotes que se reúne los domingos para comer una barbacoa y embocarse unas cervezas y ya que están, aprovechan e improvisan algunas escenas de las que a lo mejor luego saldrá una película casera con la que se reirán un rato entre ellos.
Si uno mira atentamente, verá que el elenco parece pasarla muy bien, pero eso no se traduce en un disfrute de igual magnitud para el espectador.
La película está armada en base a una serie de escenas más o menos entretenidas o incluso espectaculares. Uno se los imagina a los productores en un bar, anotando ideas en unas servilletas:
-¿Y si hacemos que un tipo se lance en motocicleta desde un avión?
-Ah, ¿salta y se va andando en la moto?
-No, salta con la moto, pero ahí nomás la tira y deja que se haga añicos. El tipo lleva un paracaídas, lo abre y listo.
-Pero, ¿no le podría caer la moto encima a alguno de los mirones?
-Que se curtan. ¡Camarero! Otra ronda.
The Cannonball Run es el hijo no reconocido que tuvo The Gumball Rally (1976) con It’s a Mad, Mad, Mad, Mad World (1963); también es una especie de cápsula del tiempo en la que alguien hubiese guardado una selección (?) de iconos setenteros: el Burt Reynolds de Smokey & the Bandit, el Roger Moore de las películas de 007, la Farrah Fawcett de Charlie’s Angels… y todos los demás, como en la isla de Gilligan. Por eso mismo, es una de mis películas favoritas.
Y sin embargo, es una película llena de oportunidades desperdiciadas. Y el mayor desperdicio es el reparto, que a fuerza de ser tan variopinto termina siendo irrelevante.
Ésta es una de las primeras películas estadounidenses de Jackie Chan, y acá (casi) no le pega a nadie, sino que hace de piloto de un Subaru computarizado. Chan es un actor cómico bastante eficaz, pero acá se lo desperdicia completamente. Al menos, esta película le sirvió para tomar la idea de incluir los bloopers en los créditos finales.
La película está (supuestamente) coprotagonizada por Burt Reynolds (1936-2018) y Roger Moore (1927-2017), un par de actores totalmente incompatibles, al menos en cuanto al tipo de productos que solía encabezar cada uno. Agua y aceite. Es así que a pesar de figurar como coprotagonista, la participación de Moore en la película se limita a unas relativamente pocas escenas. En la práctica, el dúo protagónico es el de Burt Reynolds y Dom DeLuise, que practican un humor más “estadounidense”. Los diálogos tienen la sutileza de una parva de ladrillos.
Volviendo a Roger Moore, digamos que en ese momento se encontraba en el pico de su fama como James Bond. En The Cannonball Run, el inglés se parodia a sí mismo haciendo de Seymour Goldfarb, un desquiciado que cree que es… Roger Moore. Ésta es la única película en la que veremos a Moore al volante de un Aston Martin DB5. Un dato: las distintas chicas que acompañan a Seymour –que las cambia a cada rato–, son dobladas por la misma actriz.
Mal que mal, la película va presentando a los distintos corredores, o al menos, a los que más importan: Burt Reynolds con una ambulancia Ford Econoline completa con médico y paciente, Roger Moore en un Aston Martin DB5 trucado, Dean Martin y Sammy Davis Jr. (disfrazados de predicadores) en una Ferrari 308, Adrienne Barbeau en un Lamborghini Countach. Hay unos palurdos en una camioneta y otros en un auto con el logo de Hawaiian Tropic, y también está Jackie Chan en su Subaru, y Jamie Farr –quien se supone que es un jeque árabe– en un Rolls-Royce.
Lo de Bert Convy (o mejor dicho, su doble de riesgo) es casi fellinesco: el tipo se pasa la carrera con un muñeco atado a su espalda y manejando una moto apoyando solamente su rueda trasera. Y luego, bueno, van del punto A al punto B, y taza taza, cada quien se va a su casa. Una pena que el final sea inconsistente con el planteo inicial de la película. Paso a explicarme…
La carrera es del punto A al punto B, y los autos no salen todos al mismo tiempo, sino que lo hacen de a uno, uno tras otro. Al momento de salir, a cada uno le marcan su tarjeta con un reloj similar al de las fábricas. Se trata de una carrera por tiempo, y se supone que en la meta hay otro reloj, se marca la hora de llegada y gana el que ha tardado menos. Si yo tardé 10 horas y Juan de los Palotes tardó ocho, gana Juan. Pero no, no es así, al final de la película tiran todo por la borda y “gana” la primera persona que cruza la meta. A pie.
The Cannonball Run es una película que entretiene a pesar de sí misma. Está hecha a los ponchazos, a trancas y a barrancas. Algunas cosas te hacen reír, pero la mayoría no. Aún así, la recomiendo.
¡Habemus gatum! El jueves rescaté una gatita carey. Se llama Lola. Está sana como una manzana y come como lima nueva, aunque afortunadamente come todo lo que se ponga delante. Así que ahora, por si alguien está llevando la cuenta, ya tengo tres: Flora, Pelusa y Lola. Habrá que echarle un poco de agua al puchero…