Tïtulo original: H. P. Lovecraft’s Re-Animator
Año: 1985
Director: Stuart Gordon
Guión: Dennis Paoli, William Norris, Stuart Gordon
Con: Jeffrey Combs, Bruce Abbott, David Gale, Barbara Crampton, Robert Sampson
Duración: 84 min.
Grado: B
Reseña: Hugo C
¿Cömo están? Hoy les traigo la reseña de un clásico del terror cutre ochentoso llamado Re-Animator (1985). Es una adaptación de la clásica novela corta de Lovecraft: Herbert West, Re-Animator. Quien haya tenido ocasión de leer la novela notará que no se parece mucho a la película, que sin embargo incluye alguna que otra referencia a la obra lovecraftiana en general, tanto como para incluirla en el universo del autor. Sin embargo, ya sea que gusten de Lovecraft o lo aborrezcan, esta película es harina de otro costal…
Si la música que acompaña los títulos iniciales les suena familiar, hay una razón: se trata del tema de Psycho (1960), que compuso Bernard Herriman pero que Richard Band toma prestado para su banda de sonido. El resto de la música incidental le pertenece a Band, y acompaña y establece el clima de horror y suspenso con una corriente subterránea de humor negro que recorre la cinta.
La historia tiene lugar en la Universidad Miskatónica, a la que llega un nuevo estudiante llamado Herbert West (Jeffrey Combs), quien hasta hace poco ha estado estudiando medicina en Suiza bajo la tutela del anciano profesor Hans Gruber –sí, se llama igual que el villano de Die Hard (1988)– pero ha tenido que abandonar sus estudios a causa de un incidente relacionado con los experimentos de ambos con un suero que supuestamente permite reanimar cadáveres.
West de inmediato choca con el titular de la cátedra, el Dr. Carl Hill (David Gale), un individuo pomposo y arrogante. La repulsión es mutua, aunque Hill está ocupado en otros menesteres: el catedrático anda tras los huesos de Megan (Barbara Crampton), la hija del decano. Megan está de novia con Dan Cain (Bruce Abbott), un interno que le alquila una habitación a West. Megan tiene sospechas respecto de la cordura de nuestro héroe, especialmente luego de encontrar a su gato en el refrigerador. Eventualmente West convence a Cain de que lo ayude a probar su suero en un cadáver, con resultados desastrosos ya que el reanimado los ataca y termina matando al decano Halsey. West también resucita a Halsey, pero éste ya no será el mismo, especialmente luego de que el Dr. Hill lo haya lobotomizado…
Cuando Hill se entera de que West tiene las notas de Gruber y ha conseguido sintetizar el suero, intenta extorsionarlo para apropiarse del descubrimiento, pero la cosa termina con Hill perdiendo la cabeza, literalmente. West, que tampoco tiene todos los caramelos en el frasco, inyecta a Hill con el suero, pero mientras él se mofa de su cabeza, su cuerpo decapitado lo noquea con una pala y se escapa, llevándose la cabeza. Así que, si a Hill los patitos no le nadaban en fila, pues ahora le terminó de saltar la térmica, y se dirige a la morgue a resucitar cadáveres y lobotomizarlos para que lo obedezcan ciegamente. (O los lobotomiza y luego los resucita.)
El relato original es la típica pieza lovecraftiana, seria y tenebrosa. Esta adaptación fílmica sólo toma el concepto inicial y de ahí en más se produce el desmadre. Re-Animator (la película) funciona como relato de terror, pero también como comedia –con abundantes dosis de humor negro– e incluso como farsa. Véase, si no, la escena en la que los protagonistas persiguen a un gato zombi que, evidentemente, no está allí. O aquella en la que la cabeza del villano intenta tener sexo (no consensual) con la heroína.
La película se sostiene en base a las estupendas actuaciones, en especial de Jeffrey Combs como Herbert West y de David Gale como su antagonista, el Dr. Carl Hill. En general, los efectos especiales se sostienen aún hoy, y eso que se trata de una cinta de 1985, antes de que se popularizara el uso del CGI, por lo que no les quedó otra que apañárselas con efectos prácticos, efectos ópticos y efectos visuales, más una o dos marionetas y un poco de maquillaje para los zombis.
Los actores parecen dividirse en dos grupos: por un lado, los secundarios que hacen su trabajo con seriedad absoluta –en especial Sampson y Crampton, actores habituales de las telenovelas y series de TV de la época– y por otro, Combs y Gale, que mastican el escenario a placer dejando actuaciones memorables, siempre al borde de la cornisa. Aún así, nunca se ven demasiado las costuras ni se rompe la cuarta pared, y el final casi abrupto –con zombis, tripas y tetas– termina por dejarnos con ganas de seguir la historia por unos minutos más.
La película tuvo dos secuelas, Bride of Re-Animator (1990) y Beyond Re-Animator (2003), y ha envejecido mejor que cualquiera de ellas. Si me pusiera a compilar una lista de “películas de terror para aquellos a los que no les gustan las películas de terror”, Re-Animator es una de las primeras que recomendaría.