Título original: Vivir y dejar morir
Publicado originalmente en: D’Artagnan 310, ed. Columba, agosto de 1973.
Guión: Percival W. Lytton (A. J. Grassi)
Dibujo: Enio
Grado: C-
Reseña: Hugo C.
Hola gente linda, hoy abro el arcón de los recuerdos y traigo una historietita que adapta la película que reseñé hace un par de días, Live and Let Die (1973).
Para quienes hayan nacido luego de 1990 o no sean rioplatenses, va un poco de contexto. Los años 70 y 80 fueron los del apogeo de las publicaciones de Columba, que eran cuatro: El Tony, Fantasía, D’Artagnan e Intervalo. Impresas en papel barato y con una rotulación mecánica –la misma para todas las historietas–, las tres primeras presentaban entre 96 y 200 páginas de relatos de aventura, policiales y de ciencia ficción, algunas a color, la mayoría en blanco y negro. Intervalo estaba orientada a las historias de romance y comedia. Además del habitual surtido, cada una de estas revistas solía incluir una o dos adaptaciones de películas de reciente estreno.
Eran revistas populares, baratas y descartables: así como hoy sucede con el manga en Japón, por aquel entonces uno no podía subir al colectivo, tren o subte sin encontrarse con alguien que estuviese leyendo el último número de D’Artagnan o El Tony. Eso sí, no había reentapados ni tomos recopilatorios, aunque más adelante algunas series emblemáticas como Savarese o Nippur de Lagash serían recopiladas, ya sea por Columba en un formato similar al de las revistas originales, o, tras su cierre, por otras editoriales, en ediciones más cuidadas y con mejor papel. De todos modos, los ejemplares usados abundaban en las librerías de viejo.
Y ahora, sin más demora, vamos al tajo. La historia comienza con Bond, en un sofá con una señorita, hablando de sus hazañas en la guerra de Corea. ¿En serio? Trascartón, recibe una llamada de M y ahí nomás toma un avión rumbo a Nueva York. En el vuelo recuerda su entrevista con M en su oficina. (En la película, M va al apartamento de Bond.) M lo pone a 007 al tanto de la muerte de los tres agentes, que aquí se llaman Dexter, Worrall y Passinger, y no Dawes, Hamilton y Baines, como en la película.
Al final de la reseña he puesto un enlace de descarga, así que no los voy a abrumar con detalles, pero dudo que Grassi haya visto la película. Como ya les he contado, en Live and Let Die Mr. Big y Kananga son la misma persona, y tanto él como sus secuaces son negros. En este cómic, Mr. Big es un mafioso gordo y Kananga es un oriental calvo y demacrado. ¡Y ninguno de los dos es negro! Tampoco lo son Rosie Carver ni Quarrel Jr. (aquí, “Quarrell”). Y si bien la película apesta a blaxploitation, en la novela original (que es un pelín racista), tanto Mr. Big como sus cómplices son negros.
Recapitulando, por si no quedó claro:
– Película: Kananga (que también es Mr. Big) es negro, Rosie Carver es negra, Quarrel Jr. es negro.
– Adaptación: Kananga es oriental, Mr. Big es blanco, Rosie Carver es blanca, Quarrell es blanco.
Todo esto termina transformando esta historia de 007 en algo muy genérico. En cuanto a Bond… El guionista parece ignorar todo respecto al personaje y lo hace hablar como el típico detective norteamericano de los años 50, o peor aún, como un patán sin sentido del humor. Y esa referencia a la guerra de Corea, y el hecho de que se dirijan reiteradamente a él como el “mayor” Bond, y no como el comandante Bond, que tal es su grado en la Marina Británica, confirman que Grassi no tenía ni idea del personaje. Bond es un marino, no un piloto. Uf.
Y esas paparruchadas de que Bond viaja en su yate o juega en Montecarlo… Si uno lee las novelas, se entera de que Bond cobra un sueldo de empleado estatal, y de que aprovecha las misiones (que suelen suceder unas pocas veces al año) para darse algunos gustos: ir a restaurantes caros, viajar, jugar en el casino, etcétera. Tiene un apartamentito, tampoco es Rockefeller. Me parece que al guionista se le cruzaron los cables con Dos tipos audaces, la serie de TV con Roger Moore y Tony Curtis.
Es entendible que hayan omitido no sólo casi todas las escenas de acción y diversas persecuciones, y personajes como Strutter y el sheriff Pepper, pero lo que es imperdonable es que uno relee la historieta y no encuentra el más mínimo vestigio del humor de la película adaptada. Por otra parte, Solitaire es aquí virtualmente omnisciente –tanto que incluso sabe que Bond es el agente secreto 007– y no la pobre paparula a la que Bond engaña con un mazo de cartas trucadas.
La parte gráfica adolece de todos los defectos de las adaptaciones de Columba. El único personaje que se parece un poquito a su actor es el protagonista, el resto son todos muñecos genéricos. El color se aplica con brocha gorda y a la buena de Dios, y es así que tenemos a un M que tiene la cara azul y a un 007 rubio. En descargo de Enio, hay que decir que por aquellos tiempos las condiciones de trabajo, no sólo en Columba sino en las demás editoriales de la época, no eran las mejores: no se pagaba mucho por página, así que había que producir a destajo, de modo que muchas veces no era posible dedicarle mucho tiempo a las planchas. Además, no se devolvían los originales, que en la mayoría de los casos terminaban enmoheciéndose en los sótanos de la editorial, y como es de esperar eso también desincentivaba al artista.
En síntesis, se trata de una “adaptación” que tira verdura a cuatro manos. Bien podrían haber hecho una historieta en la que dos marcianitos juegan a la payana, hacer que uno de ellos se llamase James Bond, y hubiese sido lo mismo. Pero bueno, eran otras épocas, antes de la llegada de internet, y no era tan fácil verificar la autenticidad de este tipo de cosas. Para aquellos nostálgicos o simplemente curiosos, les dejo el enlace de descarga: son 16 páginas incluyendo la portada, ustedes dirán si de tan mala es buena o si es simplemente mala…
Matarratos extra: el juego de las 4 diferencias
¿Cuáles son las 4 diferencias entre el afiche original de la película y su reproducción en la portada de la revista?
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