Reseña Serie: Millennium (1996-1999)

Año: 1996-1999
Creador: Chris Carter
Cantidad de episodios: 66 (+1 episodio crossover con The X-Files)
Reseña: DayKnight

Un 13 de octubre de 1956, en California, Estados Unidos, nacía Christopher Carl Carter. Su infancia, según dijo más tarde, fue bastante normal: le gustaba el beisbol y, todavía más, el surf. A los 23 años se graduó de periodista en la California State University. Su amor por el deporte acuático lo llevó a trabajar para la revista Surfing Magazine, convirtiéndose, eventualmente, en su editor. Laburó allí por trece años. Durante los ochenta comenzó a trabajar para estudios de Hollywood, tales como el Walt Disney Studios y la NBC, escribiendo películas y programas para la televisión. Allí aprendió y perfeccionó, además, las labores de producción, vitales para su devenir profesional.


Chris Carter

En los noventa, un contacto suyo lo llevó a trabajar a la extinta 20th Century Fox. Carter presentó un proyecto que aunaba los programas favoritos de su juventud (The Twilight Zone, Twin Peaks, Kolchak: The Night Stalker) y sus impresiones personales respecto del proceso del Escándalo Watergate (conspiraciones y manipulaciones gubernamentales), en una historia de ciencia ficción y misterio: The X-Files, conocida en Latinoamérica como Los Expedientes Secretos X. La serie se convirtió, gracias a sus carismáticos personajes, su cuidada cinematografía, y sus elaborados guiones, en un éxito de público y crítica. Contó con 11 temporadas, 2 películas, series de cómics y, por supuesto, infinidad de merchandise. En vista de esto, la Fox le encargó a Carter una nueva serie relacionada con Los Expedientes X, pero él, en cambio, propuso un proyecto totalmente nuevo, uno que estaría ambientado en el mismo universo de ficción, pero sin estar conectado directamente.


David Duchovny (izq., como Fox Mulder) y Gillian Anderson (der., como Dana Scully), protagonistas de The X-Files.

El proyecto en cuestión era de misterio y suspenso, con énfasis en el horror y el terror. Sería una show marcadamente oscuro y pesimista, porque versaría sobre la naturaleza del Mal, su influencia sobre las personas, y cómo la Santa Biblia podía llegar a explicarlo (pero sin convertirlo en una propaganda religiosa). A esta base le agregó las ideas escatológicas derivadas del advenimiento del tercer milenio: corría el año 1996 y las profecías sobre el fin del mundo eran temas comunes. El protagonista sería Frank Black, un ex agente del FBI con un don para “entrar en la mente del asesino”, que trabaja como consultor para una firma de investigación privada en contacto con las organizaciones que hacen cumplir la ley, llamada Grupo Millennium, en la investigación de crímenes perversos. La Fox aceptó el proyecto y le otorgó un presupuesto de un millón y medio de dólares por cada episodio. Había nacido, formalmente, Millennium.


Lance Henriksen

Para el rol protagónico Carter pensó, desde el primer momento, en Lance Henriksen, cuya sola presencia sumó muchos enteros al resultado final dado su tono de voz, sus expresiones y su lenguaje corporal (Carter le había pedido que su personaje gesticulara lo menos posible). Ciertamente, por su actuación recibiría numerosas nominaciones de los Saturn Award o los Golden Globe Awards.


Chris Carter (izq.) y Lance Henriksen (der.) en el set de filmación del episodio piloto.

Los coprotagonistas fueron Megan Gallagher (como Catherine Black), Terry O’Quinn (como Peter Watts, amigo de Black y alto miembro del Grupo Millennium) y Brittany Tiplady (como Jordan Black).

Primera temporada

“(…) Me convierto en el horror. En lo que sabemos, en lo más profundo de nosotros, que podemos llegar a convertirnos. Es mi don. Es mi maldición”.

Frank Black (Pilot, 1×01).

Con Chris Carter al mando, Millennium comenzó siendo una serie enfocada casi exclusivamente en asesinos en serie, con el personaje de Henriksen usando su «don» para atraparlos. El eslogan con el que publicitaban la serie era “No queremos asustarte. Queremos horrorizarte” y sí que lo hicieron: ninguna otra serie antes había mostrado la perversidad de la que es capaz el ser humano con tanto detalle. Asimismo, la atmósfera lúgubre, lluviosa y oscura de los capítulos hacía de la serie una profundamente pesimista y desesperanzadora.


Fotograma de The Pilot (1×01).

De hecho, Henriksen, al leer el guión del primer episodio, le preguntó a Carter: “¿Dónde está la luz en todo esto?, a lo que él respondió: “En la casa amarilla”. Ciertamente, la serie está rodada en colores opacos, tirando a grises, con excepción de la casa amarilla, donde vive Frank Black con su familia, y su respectiva camioneta roja, únicos dos elementos con colores vívidos para acentuar la idea de que forman parte de un lugar por fuera del mundo triste en el que viven.


La casa amarilla y la camioneta roja, el oasis en donde Black pretende proteger a su familia.

En verdad, Catherine, la esposa de Frank, se refiere a él como el guardián entre el centeno, porque siempre está intentando mantenerla a ella y su hija, Jordan, al margen de la maldad que él ve a diario. Esto no significa que su familia sea un elemento de relleno, todo lo contrario: muchas veces es su sostén, el báculo en el que se apoya para no perder la esperanza en la humanidad.


De izq. a der.: Brittany Tiplady (Jordan Black), Megan Gallagher (Catherine Black) y Lance Henriksen (Frank Black).

Otro personaje recurrente es el de Peter Watts, amigo de Black y pieza importante en la resolución de muchos casos, ya que su estatus de alto rango dentro del Grupo Millennium, sumado a su vasto conocimiento general, proporcionan los medios necesarios. Un aspecto muy interesante es que la serie, que versa sobre el Mal, no se limita a mostrarlo únicamente en la forma de un culto perverso (Gehena, 1×02), o de un asesino que replica torturas medievales (Kingdome Come, 1×06), sino, también, de un padre abusador que se vale de su estatus sociopolítico para salir indemne de una investigación policial (The Well-Worn Lock, 1×08).


Terry O’Quinn como Peter Watts.

No obstante, la intención de Carter, la propia concepción escatológica de la serie hizo que, irremediablemente, introdujeran aspectos sobrenaturales, en la forma de Lucy Butler (interpretada por Sarah-Jane Redmond), la personificación del diablo, en un excelente episodio (Lamentation, 1×18) que otorga a Frank Black un enemigo a su altura. Pero la importancia de este capítulo estriba, además, en que da una identidad diferenciadora a una serie que se había limitado a mostrar un asesino diferente cada semana: desde entonces, Millennium pasaba a ser un programa cuyos monstruos podían ser tanto humanos como demonios.


Sara-Jane Redmond interpreta a la mortífera Lucy Butler.

Todo esto, irónicamente, perjudicó a la serie en términos de rating: los televidentes no terminaban de engancharse con un programa tan violento, desolador, serio, y que sabía apelar tan bien al miedo que suponía la llegada del año 2000.

Segunda Temporada

“Quizás, el Mal es como la materia: no puede destruirse, solo cambia de forma”.

Frank Black (The Pest House, 2×14)

Para la nueva temporada Carter debió ceder su puesto de productor ejecutivo porque estaba muy atareado escribiendo y produciendo tanto la quinta temporada como la película de The X-Files. Quienes tomaron el testigo fueron dos colaboradores suyos de la mencionada serie: Glen Morgan y James Wong. El dúo de guionistas realizó sustanciales cambios en el programa, pero siempre manteniendo el estilo oscuro y deprimente que lo caracterizaba.


Fotograma de A room with no view (2×20)

En primer lugar, desarrollaron y profundizaron el trasfondo tanto del propio Frank Black (su infancia, sus padres, el “origen” de su don) como del Grupo Millennium (su origen, las facciones contrapuestas que lo integran, sus motivaciones); en segundo lugar, incorporaron nuevos personajes: El Viejo (R. G. Armstrong), el miembro con mayor rango del Grupo y quien sirve de guía a Frank; Lara Means (Kristen Cloke), una psicóloga forense candidata a ser parte del Grupo y que tiene un don que le permite ver ángeles; y Brian Roedecker (Allan Zinyk), un experto en informática que hace de alivio cómico.


Kristen Cloke (como Lara Means) es una de las adiciones de la nueva temporada.

Dicho esto, cabe mencionar que esta es la temporada que más momentos cómicos tiene, no demasiados, obvio, pero sí evidentes. De hecho, el hermano de Glen Morgan, Darin Morgan, se encargó de escribir y dirigir dos memorables episodios que rompen casi por completo con lo mostrado hasta ahora porque son abiertamente paródicos: en Jose Chung’s Doomsday Defense (2×09) satiriza la cienciología, y en Somehow, Satan Got Behind Me (2×21) parodian elementos del propio show. Estos “alivios cómicos” no se ubicaron al azar dentro de la temporada, sino como contrapunto a episodios especialmente oscuros, como es el caso de A room with no view (2×20), que marca el regreso de la despiadada Lucy Butler.


Fotograma de Somehow, Satan Got Behind Me (2×21).

Un elemento especialmente curioso dentro del show es el internet: si bien hoy no podemos vivir sin él, en los 90 era algo muy novedoso, algo que se podía prestar tanto para buscar información como para cometer crímenes sin ser atrapado, como vemos en el soberbio episodio The Mikado (2×13).

Decíamos antes que Morgan y Wong querían expandir el potencial de una sociedad como el Grupo Millennium, la cual había tenido una participación muy tangencial en la temporada anterior. Por ello, la dupla le asignó un origen como secta cristiana de fines del siglo I que, paulatinamente, fue ganando poder e influencia mundial (The Hand of St. Sebastian, 2×08); paralelamente, ideó que hubiera facciones contrarias dentro del propio grupo: por un lado, estaban Los Búhos, un subgrupo que creía que la llegada del tercer milenio no traía consigo el final de los tiempos, y, por el otro, Los Gallos, que apoyaban la idea contraria, es decir, que el Apocalipsis estaba por llegar. Todo esto, y más, se nos cuenta en los sobresalientes Owls (2×15) y Roosters (2×16), capítulos repletos de acción e intriga. Sin duda, la pareja de guionistas supo exprimir las posibilidades de la serie.


Distintivo de la facción de Los Búhos.

Otro punto que supo evolucionar fue el personaje de Peter Watts, cuya lealtad a Frank se mostraba por debajo de su lealtad al Grupo Millennium, lo cual generaba intensas conversaciones entre ambos, ya que Frank no creía ciegamente en que el Grupo fuera tan filántropo como se presentaba.


Fotograma de Anamnesis (2×19), único episodio donde Henriksen no aparece. Aquí, los personajes Lara Means y Catherine Black deben unir esfuerzos para investigar una aparición de la Virgen.

Sin embargo, y a pesar de la excelente calidad de la temporada (de hecho, es la más querida por los fans), los números de rating no dejaban de caer, así que la Fox decidió que esta temporada sería la última. Con esto en mente, la dupla Morgan-Wong concibió un final por todo lo alto en los episodios The Fourth Horsemen (2×22) y The Time is Now (2×23), que tratan sobre el brote de un mortífero virus cuya rápida expansión augura el fin del mundo; como si no fuera suficiente, el Grupo Millennium, que ya tenía conocimiento de éste, desarrolla una vacuna solamente para sus miembros leales… Unánimemente aclamados por la crítica, este par de episodios supo conducir el apocalíptico espíritu de la serie hacia un final sobrecogedor, oscuro y, por sobre todo, desolador.


Fotograma del escabroso y desolador episodio The Time is Now (2×23).

Tercera Temporada

“Pero sí sé una cosa: nadie es dueño de Dios o de la Verdad”.

Frank Black (Forcing the End, 3×15)

En el último momento, la Fox se desdijo y aprobó una nueva temporada para la serie. A la sazón, Chris Carter, disconforme con el rumbo que había tomado la serie, aprovechó la partida de la dupla Morgan-Wong (querían probar suerte con otros proyectos) para incorporar en su lugar a otros colaboradores suyos, que ya habían escrito numerosos episodios de la serie: George Frederick “Chip” Johannessen y Michael Duggan. Carter quería conectar la nueva temporada con las raíces de la primera… Lo cual significaba pasar por alto o, directamente, deshacer elementos de la temporada anterior. Por ejemplo, resetearon el apocalíptico final anterior diciendo que, en realidad, el brote se había esparcido sólo en una porción del país; los personajes de Lara Means y Brian Roedecker no volvieron a mencionarse, como tampoco la rivalidad entre Gallos y Búhos.


Los ejecutivos de la Fox no querían una mujer negra como co-protagonista. Sin embargo, el agente de Klea Scott (der., como Emma Hollis), logró que se quedara con el papel.

Otras modificaciones fueron: Frank Black se reincorporó al FBI con el objetivo de desacreditar al Grupo, del cual había abdicado al descubrir que el virus del final de la temporada anterior había sido propagado por ellos; aparece una nueva coprotagonista, la agente Emma Hollis (Klea Scott), un agente especial del FBI que trabaja con Black en la resolución de los casos; de hecho, en esta temporada el protagonismo de éste último se reduce considerablemente en favor de ella.


El personaje de Scott demuestra que, a pesar de su dura infancia, es una auténtica guerrera.

Se introducen aspectos relacionados con la ciencia ficción: en el capítulo Matryoshka (3×14), un experimento permite separar el lado bueno del malo en el ser humano; en Human Essence (3×08), una droga muta el cuerpo humano de forma desagradable; por citar algunos. Pero el cambio más importante fue que el Grupo Millennium pasó a tener un rol abiertamente antagónico: ejecución de civiles, manipulación de experimentos genéticos, e incluso tratar de instigar artificialmente el Apocalipsis, porque, según el propio Frank Black, si se produce el fin del mundo, ellos quieren estar en posición de controlarlo.


Fotograma de Darwin’s Eye, (3×17). La serie nunca perdió la truculencia que la caracterizó desde el primer episodio.

A lo anterior se suma la ruptura entre Black y su colega Watts, ya que ambos tienen ideas diametralmente opuestas acerca del Grupo, lo cual se tradujo en situaciones tensas, incluso violentas, entre ellos. Ciertamente, los nuevos productores ejecutivos quisieron hacer la serie más accesible al público, así que redujeron la mitología principal a la confrontación entre estos dos otrora amigos: cada uno cree estar en lo correcto y trata de convencer al otro. Paralelamente, Watts ambicionó con introducir a la agente Hollis a su organización, con la secreta intención de que, a su vez, ella convenza a Black. Las maniobras del Grupo para lograr sus metas, indudablemente, no conocen límites morales: para conseguir que Hollis se una a ellos, le practicaron una cirugía cerebral al padre, diagnosticado con Alzheimer terminal: un favor a cambio de otro…


Fotograma de Bardo Thodol (3×18). Frank Black recibe un mensaje encriptado: Nos dirigimos hacia un Apocalipsis de nuestra propia creación.

Al margen de las modificaciones anteriores, el show supo combinar acertadamente aspectos de la primera temporada, como los asesinos seriales (Clousure, 3×04; Darwin’s Eye, 3×17), con otros de la segunda, como la autoparodia (…Thirteen Years Later, 3×05) o las entidades sobrenaturales (Borrowed Time, 3×10). Desde luego, no podían faltar las fuerzas demoníacas: ejemplar el episodio Antipas (3×13), en el que regresa Lucy Butler, villana por antonomasia, o el terrorífico Saturn Dreaming of Mercury (3×16), en el que Jordan descubre las horribles consecuencias de heredar el don de su padre.


Lucy Butler es la villana por excelencia de la serie.

En esta ocasión, y con la mencionada intención de hacer la historia más asequible a los televidentes, el final de temporada no se relacionó con el Apocalipsis, pero sí introdujo cambios interesantes: Frank y su hija huían de la ciudad tras el acoso del Grupo, Hollis se unía formalmente a este último, y Watts recibía un disparo de gravedad, presumiblemente por parte de ellos, también. Por desgracia, la Fox canceló la serie luego de terminada la temporada, dejando todas estas historias en el limbo. Un crítico mencionó la ironía de que una serie que trataba sobre el advenimiento del tercer milenio fuera cancelada, justamente, antes de que se produjera. Pero, a diferencia de casi la totalidad de las series que son canceladas antes de tiempo, Millennium tuvo una chance para cerrar, o al menos intentarlo, su historia.

The X-Files: Millennium (7×04)

La mente detrás de ambas series, Chris Carter, reconoció que los fans de Millennium necesitaban un cierre digno para la serie, así que decidió dedicarle un episodio dentro de The X-Files, ya que ambos programas transcurren dentro del mismo universo de ficción. Para comprender el resultado final del episodio primero debemos saber cómo se originó. Los encargados del guión fueron dos cercanos colaboradores de Carter y asiduos guionistas de The X-Files: Vince Gilligan y Frank Spotnitz.


Crossover entre The X-Files y Millennium.

Aparentemente, existió la idea de dedicar un capítulo a la temática zombie, a modo de remake de la película Night of the Lliving Dead, de George A. Romero. El proyecto no prosperó, mas la idea se mantuvo en mente de los guionistas, que decidieron que podían usarla en este crossover. Si bien la temática de muertos vivientes no casaba con la mitología de Millennium, los guionistas partieron de la base de que éste era un episodio para The X-Files, así que aquella debía amoldarse a las necesidades de esta última. La trama del episodio giró, entonces, al último intento por parte del Grupo Millennium de provocar el fin del mundo, mediante la resurrección de cuatro miembros fallecidos, para que hicieran las veces de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. En retrospectiva, Frank Spotnitz reconoció que el resultado final no estuvo a la altura, no solo por la temática zombie, sino porque Frank Black terminó siendo más un “invitado de lujo” que otra cosa.

Esta desazón nace del hecho de que ninguna de las tramas abiertas de Millennium se menciona aquí; es más, durante el episodio se explica, siempre a través conversaciones entre los protagonistas de The X-Files, qué fue del Grupo, de Black y su hija; es decir, muy superficialmente. Asimismo, la participación de Black en este capítulo es bastante acotada. Con todo, y a pesar de estos fallos, se agradece que hayan dado una especie de cierre al programa.

Cómic: Millennium (Harris & Lorimer, 2015)


Portada variante del fascículo 1.

En 2015, la empresa de cómics IDW Publishing, publicó una serie limitada de cinco números que hacen las veces de continuación de la serie homónima. Contó con los guiones de Joe Harris, los dibujos de Colin Lorimer, y el apoyo de Chris Carter, lo que da a entender que los sucesos aquí narrados son canónicos. La sinopsis nos adelanta que Frank Black descubre que el Grupo sigue activo y, lo que es peor, que reclutaron a su hija Jordan para hacer frente a una amenaza sobrenatural… El cómic fue recibido positivamente por la crítica, destacando que el guión respeta el tono sombrío y deprimente de la serie original, mientras que el dibujo (entintado y color incluido) replican la paleta de colores opacos; casi podría decirse que es una perfecta traslación de la pantalla al cómic.


Frank Black ilustrado por Colin Lorimer.

Personalmente, no me pareció un trabajo redondo. Se nota que Harris era fan de la serie (de ahí los constantes guiños a los fans, como la casa amarilla, la clave de voz como contraseña, etc.) y que fue muy respetuoso con la mitología de la serie, pero tiene numerosos detalles que bajan la puntuación final: en primer lugar, la historia avanza muy lenta (y eso que son cinco números, nada más), lo que provoca que muchas ideas queden sin desarrollar o sin respuesta, directamente (¿qué estuvo haciendo el Grupo Millennium todo este tiempo?, ¿Qué pretendían con las Torres Gemelas al principio del primer número?, entre otros interrogantes); en segundo lugar, aquí Frank Black es mostrado como un padre que abandonó a su hija cuando ésta empezaba a desarrollar sus poderes, e incluso la abofetea cuando ella le increpa la muerte de su madre… Son cosas que Black jamás haría. En tercer lugar, el dibujo que, si bien cumple con la tarea, en ocasiones se muestra desganado, mostrando los rostros de los personajes a base de garabatos.


Página del fascículo 1.

En pocas palabras, un intento por continuar la historia que se queda a medias porque, creo yo, intenta abarcar demasiado sin distribuir correctamente el espacio para hacerlo.

A pesar de que se habló en numerosas ocasiones de un posible revival de la serie (incluidos Chris Carter y Lance Henriksen), lo cierto es que nunca se llegó a nada concreto. Por fortuna, la amplia base de fans que tiene la serie posibilitó que Millennium no quedase en el recuerdo. En 2013, Adam Chamberlain y Brian A. Dixon, ambos escritores, editaron el libro Back to Frank Black, un exhaustivo libro que contiene análisis sobre los temas abordados en la serie, así como numerosas entrevistas con todos los involucrados.


Portada del libro Back to Frank Black.


Lance Henriksen durante la promoción del libro, en 2013.

Otro tanto hicieron Joseph Maddrey, en el guion, y Jason D. Morris, en tareas de dirección, fotografía y edición, en un documental que, a pesar de contar con un exiguo presupuesto, supo abordar muy bien la génesis, el desarrollo y el legado de Millennium en una película titulada, apropiadamente, Millennium after the millennium (2019).


Portada del documental Millennium after the Millennium.

En definitiva, una serie que supo cómo mostrar el lado oscuro del ser humano sin caer en hipérboles; supo convertir la incertidumbre acerca del nuevo milenio en auténtico pavor; supo criticar los excesos de la religión y de la ciencia; supo crear personajes entrañables, creíbles; supo manejar el lenguaje cinematográfico en todos su niveles: desde sus bien informados guiones, pasando por una fotografía que acentuaba la oscuridad para crear atmósferas opresivas y de pesadilla, hasta actuaciones de primer nivel, donde destaca un inmenso Lance Henriksen. Cierto que tuvo sus defectos, principalmente derivados de la inconsistencia de rumbo debido a los diferentes equipos creativos, así como algunos episodios que recurrían al deus ex machina para cerrarse. Pero ningún defecto fue lo suficientemente notorio como para empañar una serie que, a veinticinco años de su estreno, se mantiene tan actual como entonces. Es decir, vivimos en un mundo donde, a pesar de contar con acceso ilimitado a la información, estamos más desinformados que nunca; donde minimizamos los problemas sociales o medioambientales para que sean más fáciles de digerir; donde una pandemia ocasionada por un virus de procedencia dudosa causó estragos económicos y sociales; y donde conflictos internacionales, cuya escala hacen pensar en que se aproxima una guerra, nos retrotraen constantemente a los temas que abordaba Millennium. Porque, en definitiva, con un panorama así, uno no puede dejar de pensar que nos dirigimos a un Apocalipsis de nuestra propia creación.


Fotograma del final de Goodbye to all that (3×22).

Valoración: 9/10

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