Título original: Billions season 1
Año: 2016
País: Estados Unidos
Cadena original: Showtime
Con: Damian Lewis, Paul Giamatti, Maggie Siff, David Costabile, Kelly AuCoin, Toby Leonard Moore, Malin Ackerman, Jeffrey DeMunn.
Reseña: Hugo C
Reseña con spoilers de mediana intensidad.
Tengo que confesar que me gustan las películas de banqueros y financistas, cuando están bien hechas y son interesantes. Entre mis favoritas están, por ejemplo, The Big Short (2015) o Margin Call (2011), que consisten básicamente de gente hablando, hablando y hablando durante 120 minutos o un poco menos. Con esos antecedentes, no es de extrañar que haya decidido darle una oportunidad a esta serie de Showtime. Billions es como The Sopranos, pero en el mundo de la alta finanza. Calculo que esta comparación tiene bastante sentido para el televidente norteamericano promedio. (Si algún millennial no sabe de qué estoy hablando, le recomiendo ver cualquiera de las dos películas que acabo de mencionar más arriba.)
El protagonista de la serie es Bobby “Axe” Axelrod, el dueño de Axe Capital, un fondo de inversión que está en la mira del SEC y de la fiscalía del estado de Nueva York. Bobby es un billonario que se hizo desde abajo, y que, a pesar de tener más monedas que Scrooge McDuck, no olvida sus raíces. En el episodio piloto lo vemos salvando la pizzería de su infancia, moviendo los hilos para evitar que sea reemplazada por un sushi bar u otra abominación semejante. Y es que Axelrod es un héroe del pueblo, amado por el hombre común.
Pero no nos engañemos: se trata de un personaje detestable para el estadounidense promedio, y no da puntada sin hilo. No por nada el actor que lo interpreta es Damian Lewis, que en las primeras temporadas de Homeland –también de Showtime – interpretó a un terrorista infiltrado que terminaba siendo desenmascarado como traidor a su país. Axe estaba a punto de ser despedido de la firma por sus tácticas poco éticas, cuando se produjo el ataque a las Torres del 9/11 y terminó quedando él como único sobreviviente, lo que le permitió adueñarse del control y forjar su propia leyenda.
El antagonista es Chuck Rhoades, Jr., el fiscal a cargo de la investigación, quien se tiene a sí mismo por el defensor de la justicia, pero que suele moverse en el borde de la ilegalidad y suele no tener escrúpulos para conseguir lo que quiere. Es, además, un aficionado al sadomasoquismo, pero mantiene su afición en secreto. En el piloto se lo muestra inflexible con un amigo de su padre condenado por delitos financieros, que termina suicidándose antes que ir a la cárcel. Lo interpreta Paul Giamatti, que le da el aire sórdido y resentido al que nos tiene acostumbrados.
Chuck es el sabueso que una vez que ha olfateado a su presa, no abandona la cacería. Axe es para él lo que Moby Dick para Ahab. El fiscal no se conformará con sólo una multa y tal vez unos años de prisión en suspenso: no, quiere asestar un golpe tan definitivo que inhabilite a Axe de por vida y haga cundir el terror entre los demás criminales, que, como todos sabemos, son gentuza supersticiosa y cobarde. Para lograr su objetivo, Chuck fabricará pruebas, perjurará, mentirá y sacrificará su ética, su familia e incluso su cordura.
Wendy Rhoades, la esposa de Chuck, no sólo comparte su afición por el sadomasoquismo sino que trabaja para Axe Capital como psiquiatra y motivadora del personal de la empresa. Wendy es tal vez el personaje más empatizable de la serie, pero su inocencia suena un poco forzada –no tanto por culpa de Maggie Siff como de los guionistas de la serie. Estamos hablando de alguien sagaz e inteligentísima, pero que a la vez es tan confiada que, aun estando en una situación tan comprometida –con un pie en cada orilla–, comparte la contraseña de su iMac –en la que guarda los diarios de sesiones y otras cosas de similar importancia– con su marido. Ya vemos a dónde nos va a conducir esto…
Wendy no sólo trabaja para Axe sino que es su amiga desde hace años. La posición de Wendy en la firma crea un conflicto de intereses para Chuck, quien en esta primera temporada hace lo posible para evitarlo, con variados resultados. También trata de encontrarle un flanco débil a Axe y volver contra él a algunos de sus operadores, pero se encuentra con una muralla de fidelidad que lo deja perplejo. Tal vez el mejor ejemplo sea el caso de “Dollar” Bill Stearn (Kelly AuCoin), a quien Chuck amenaza con revelar un secreto que destruirá su matrimonio a menos que coopere como testigo contra Axe. Stearn contraataca enviando un mensaje desde su teléfono a su esposa poniéndola al tanto de todo, dejando a Chuck con las manos vacías.
Éstos son apenas los primeros movimientos en un juego de gato y ratón que va más allá de esta primera temporada, y que no se limita a Axe, Chuck y Wendy, sino que involucra a los operadores de la compañía, los fiscales y casi cualquiera que cruce la pantalla. Algunas jugadas son sutiles, otras son groseras, pero aquí nadie dispara balas de fogueo. La serie, además, está llena de personajes secundarios interesantes y que van ganando carnadura conforme van pasando los episodios, desde el ya mencionado “Dollar Bill”, apodado “el millonario más tacaño del mundo”, a Bryan Connerty (Toby Leonard Moore), el ambicioso y recto asistente de Rhoades, o Lara (Malin Ackerman), la esposa de Axe, que ha estado con él a las duras y a las maduras desde que eran adolescentes.
El veredicto, luego de ver los doce episodios de esta primera temporada, es favorable, aunque, eso sí, Billions no es para cualquier estómago. Es una serie rebosante de traiciones, rencores, venganza, y sobre todo, codicia. Si todo lo que querés ver son zombis y superhéroes, esta serie te va a decepcionar. En cambio, la recomiendo para quien guste de los villanos protagonistas, los antihéroes y las intrigas palaciegas.