Por Hugo C.
Es un hermoso día en Ciudad Gótica y se termina 2021, un año que, en muchos aspectos, ha sido un “2020 bis”, en el que hemos continuado bajo la sombra de la pandemia y el COVID-19 y la variante delta y la variante omicrón, y heme aquí, en forma virtual, llegando a tu celu, o a tu compu, otra vez. Por supuesto que en la vida real, mientras estás leyendo esto, lo más probable es que yo esté dándoles de comer a Flora y Pelusa, jugando a Plants vs. Zombies o audioleyendo algo, y lo último en mi mente sea este artículo. Pero bueno, ésa es la ilusión de la red de redes.
Ésta suele ser la época de las listas de lo mejor y/o lo peor del año, así que hoy mencionaré una o dos cosas que no me gustaron de los cómics y/o el cine de este 2021 que toca a su fin. Pero antes, aprovecho para aclarar que, con todo lo que me gusta leer cómics, son para mí algo relativamente secundario. Lo mismo, con respecto a las películas. A mis 55 años, leo menos cómics y veo menos películas de lo que la gente cree. La mayor parte de mi tiempo se va en dibujar y escribir cómics para mi consumo y el de mis amigos y leer alguno que otro libro sobre cómo dibujar, cómo mejorar lo que uno dibuja, cómo escribir un buen guión, etcétera, por lo general en EPUB o PDF. Como tantos de los que leen este blog.
No veo TV ya que no soporto las publicidades, y hace años que no piso un cine. Cada tanto veo alguna serie en la PC, pero de a una temporada por vez; y una o dos películas por semana. Además de cómics, trato de leer otras cosas, y la verdad que las hay muy buenas: de lo último que he audioleído recomiendo Art Matters, de Neil Gaiman, The Steal Like an Artist Trilogy, de Austin Kleon, y Content, de Cory Doctorow.
Aún así, a veces hay cosas que me decepcionan, me desagradan, me irritan… hasta ahí, pero lo hacen. ¿A quién no le ha sucedido? Un cómic que uno esperaba que fuera bueno y resulta ser una bazofia, una película que no cumple con las expectativas, la situación general de la industria, etcétera.
En mi caso, este año la mayor decepción ha sido, por lejos, el MCU.
Hasta ahora, mi videoteca ha venido acogiendo a todas y cada una de las entradas desde 2008, incluyendo a las que no me parecen tan, tan buenas, como Iron Man 2 (2010) o Thor: The Dark World (2013), pero ahora, me temo que no habrá lugar para Eternals (2021), que se ha ganado a pulso la medalla de Peor Película del MCU (hasta ahora). De las cuatro películas del MCU de este año, la única que realmente entretiene y emociona y no hace que te golpees la frente con la palma de la mano cada tres minutos, es Spider-Man: No Way Home (2021). En cuanto a Black Widow (2021) y Shang-Chi (2021), entran a la videoteca más como homenaje a lo que fue y no volverá, que por méritos propios.
En serio, ya iba a abjurar del MCU en su totalidad (es decir, de aquí en más), pero No Way Home me ayudó a cauterizar las heridas que dejaron en mi cerebro las otras tres películas. No menciono las series de Marvel ya que no vi Loki, Wandavision no logró mantenerme interesado más allá de los primeros dos o tres episodios y el resto (Winter Soldier, Hawkeye) ya las veré cuando tenga tiempo y ganas, tal vez en 2028.
En cuanto a lo demás, 2021 ha sido un año movidito: He-Man convertido en secundario de su propio programa, la extinción casi absoluta de los cómics YA de DC, que, en general pasaron sin pena ni gloria y a los que tal vez les dimos demasiada importancia –más que nada, la tan anticipada I’m Not Starfire, que no pasó de ser una paparruchada que todos olvidamos a los dos días de haberse publicado–, diversas polémicas del mundillo de Star Wars, etcétera. Particularmente, me llamó la atención cómo algunos críticos vapulearon a Ghostbusters: Afterlife (2021) por no seguir con el “legado” de la secuela de 2016. Aún así, la película fue bien recibida por el público.
Bueno, eso en lo que respecta al 2021. Hay otras cosas que me vienen molestando –como ya hemos dicho, relativamente– desde hace años: la principal, tal vez, sigue siendo el continuo manoseo de los personajes favoritos de muchos de nosotros. Y acá no se trata de que a uno le moleste que tal o cual personaje sea retroactivamente LGBTQ+, o de que desnaturalicen completamente a otro para que deje de ser “tóxico”, etcétera, sino de actitudes y manoseos que ya vienen desde mucho antes. Por mil y una razones que han ido cambiando a través de los años, se ha vuelto costumbre que te maten a tu héroe, te lo resuciten, le cambien la personalidad, le cambien el origen, vuelvan al origen de antes, y así ad nauseam, hasta que terminan por matarte el interés que tenías por él (o ella).
Seguramente cada uno tiene su historia que contar, pero, en mi caso, la paja que quebró la espalda del camello fueron los Nuevos 52 de DC. Ya me tenían medio harto con tantas Crisis, una más grande que la otra, cada una con más cambios, marchas y contramarchas, pero cuando terminó Flashpoint y cambiaron todo pór enésima vez, dije “basta para mí” y me bajé del carrusel. Y no sólo yo, ya que los Nuevos 52 terminaron siendo un fracaso se terminó volviendo (más o menos) al status quo. Pero por supuesto que no escarmentaron y siguieron haciendo cambios, haciendo y deshaciendo, tanto que hoy en día sólo hay, cada tanto, alguna que otra serie o miniserie interesante y rescatable. El resto es sólo un desperdicio de arbolitos.
Lo mismo pasa con los cómics de la Casa de las Ideas, que, si bien sin abusar tanto de la palabrita “crisis” como DC, también ha ido transformando su continuidad (¿continuidades?) hasta convertirla en un galimatías del que más de uno sale exasperado y jurando no regresar. Pero bueno, afortunadamente no todo es DC y Marvel: hay trabajos independientes muy interesantes, y por supuesto que hay mucho manga y mucho cómic europeo que aún queda por leer, así que uno no extraña demasiado los “buenos tiempos”, que si bien no fueron ni por lejos tan buenos como los recordamos, eran, tal vez, más legibles. Por eso mismo, lo de Marvel y DC no deja de ser una molestia relativamente menor. Aún así, son años de estar habituado a tal o cual personaje y, por qué no, encariñado con él, y duele un poco ver cómo la gente que solía leer esos cómics va perdiendo todo interés mientras las editoriales siguen intentando seducir a tal o cual grupo de presión mientras terminan de hundirse.
En ese sentido, soy uno de los que se suman al coro que alaba la decisión de no publicar material de Marvel o DC en este blog. Eso despeja un poco el panorama y hace lugar a los muchos excelentes cómics europeos y al manga que, de otro modo, seguramente se perderían entre la hojarasca banal de tanto cómic descartable de, digamos, Batman, o de los X-Men. Y tengo que decir que frecuentar este blog me ha hecho un poco más selectivo en cuanto a lo que leo. Hay muchas cosas que leer y la vida es breve…
Sin embargo, aún hay muchas cosas interesantes en el cómic estadounidense. Caso en punto: BRZRKR, que, contra todas mis expectativas, sigue siendo un cómic legible que ya va por su sexta entrega. En cuanto al MCU, No Way Home me hace pensar que tal vez no esté todo perdido aún, quién sabe. Pero bueno, basta ya de cháchara y vamos a los saludos y agradecimientos.
El agradecimiento de siempre a Arsenio por el espacio y la buena onda, además de los audiolibros inconseguibles (para mí, al menos) que me ha pasado durante los últimos meses, y a todos los que han leído mis reseñas y artículos y cosas y en especial a quienes se han tomado el trabajo de comentar, aunque más no sea brevemente. Y sí, también incluyo a los que no coinciden con mi punto de vista, que uno no es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo. Feliz 2022 para todos.
Como siempre, los espero en los comentarios, si es que quieren contar sus decepciones y desencantos de este año (o de años anteriores). Si bien es dudoso que nuestros lamentos cambien el rumbo de la industria, al menos es más barato que pagarle a un psicoanalista y nos evitamos una placa roja en Crónica TV que diga: COMIQUERO ENLOQUECIDO TOMA REHENES EN LOCAL CÉNTRICO. ¡Buen año!
Nos vemos en: